Como preparar el gin tonic perfecto


 

Si hay un cóctel de moda en España en estos últimos años es sin lugar a dudas el gin tonic. Tan solo hay que fijarse cuando salimos de copas en la cantidad de marcas de ginebras y tónicas que pueblan las estanterías de los bares para darse cuenta que algo ha cambiado en torno a esta bebida.


Este verano pude asistir de la mano de Toque especial y Acción y Comunicación a una clase magistral en The Cocktail Room sobre esta bebida, donde Pepe Orts durante casi tres horas nos transmitió con mucha sabiduría y pasión todo lo que concierne a este combinado.

En esta entrada vamos a recopilar algunas de las anécdotas que Pepe nos contó, así como los consejos que nos dio para llegar a preparar el gin tonic perfecto.

Para empezar, hemos de decir que un gin tonic es un combinado de ginebra y tónica que además puede llevar otras cosas.

Parece ser que el gin tonic como tal, es decir esa mezcla de ginebra y tónica, se inventó en el siglo XIX. Sin embargo, sus dos componentes principales tienen mucha historia.

Una de las cosas que se dice a favor de esta combinación es que es muy digestiva, que sienta bien al estómago y a la cabeza, que si nos pasamos con su consumo la resaca es menor que con otros cócteles. Esto es así porque en su origen estas dos bebidas eran brebajes medicinales.

Cuenta la leyenda que la ginebra la inventó un monje holandés, que allá por el siglo XII maceró en alcohol base una bayas de enebro con el objetivo de remediar desarreglos del estómago. Por aquel entonces como consecuencia de la contaminación del agua por las aguas fecales, se producían muchas muertes, teniendo en cuenta que el alcohol es un potente desinfectante, se terminó mezclando con el agua y utilizándose como licor medicinal.



Toda bebida que se quiera llamar ginebra tiene que llevar obligatoriamente enebro, pero además todas llevan otros componentes botánicos, y son éstos los que al final confieren la personalidad de cada ginebra y las diferencian unas de otras. Nos podemos encontrar ginebras que pueden llevar 8 o 10 botánicos y otras con una lista enorme, como Monkey 47, cuyo número que acompaña al nombre hace mención al número de botánicos que incorpora en su elaboración, nada menos que 47. Entre los más comunes tenemos las pieles de cítricos (lima, limón, naranja, mandarina, pomelo...), raíz de angélica, cassia, regaliz, cilantro, cardamomo... y otros menos comunes y de los más curioso como comino, nuez moscada, vainilla, almendra, muchos tipos de flores, pepino, diferentes tipos de tés, brotes de pino... en fin, una lista interminable.

Otros de los factores que influyen en la ginebra son el agua, el tipo de alcohol y la destilación.



Con respecto a la tónica, en su origen también fue un jarabe medicinal, compuesto principalmente por agua, azúcar y quinina. Era un potente tónico digestivo antipirético (baja la fiebre) que se utilizó como tal hasta el descubrimiento de la Aspirina.

La quinina es la corteza de la quina. La quinina ya la utilizaban los indios americanos desde muchos siglos atrás para luchar contra las fiebres producidas principalmente por la picadura de los mosquitos. A partir del descubrimiento de América es cuando tuvo una gran expansión, ya que la Condesa de Chinchón cayó enferma y sanó gracias a la quinina, de ahí que a este árbol también se le conozca como chinchona.

Como esta agua tónica era muy amarga se le añadió azúcar para hacer que su consumo fuese más fácil. Pero fue mucho después, sobre 1870 cuando la empresa Schweppes le añade anhídrido carbónico, dando lugar a una bebida más parecida a lo que es hoy día, aunque la cantidad de quinina que tiene actualmente es mucho menor que entonces, ya que hoy día no es el jarabe medicinal que era entonces.



¿Y el gin tonic, cuándo surge? Hay varias hipótesis, aunque la que más fuerza cobra es la que dice que en el siglo XIX. Durante la colonización de India por parte del ejército británico había muchas bajas como consecuencia de las fiebres, sobre todo las producidas por las picaduras de los mosquitos. Para luchar contra esto iban provistos de los dos brebajes medicinales que estamos hablando, de la ginebra y del agua tónica. En algún momento, seguramente para hacer más fácil su consumo, a alguien se le ocurrió mezclarlas y ahí nació el gin tonic.

Desde  sus orígenes hasta hoy mucho ha cambiado la forma de tomarlo y sobre todo el motivo, pasando a ser algo lúdico en lugar de medicinal. España actualmente es el segundo país del mundo donde más ginebra se consume, podemos encontrar más de 200 marcas y cada vez hay más establecimientos donde se les da la importancia que se merece y se esmeran en su preparación.

Tras esta introducción al origen de los dos elementos principales del gin tonic, vamos a hacer un resumen de los consejos y los pasos a seguir para preparar el gin tonic perfecto. El gin tonic es principalmente ginebra, tónica, frío y limón.


Recipiente:

El recipiente ideal para tomar el gin tonic es uno de boca ancha, para que cuando bebamos la nariz nos quede dentro de la copa y poder percibir mejor los aromas.

El vaso de tubo tiene poca capacidad y además no cumpliría lo dicho anteriormente. Un vaso ancho o una copa de coñac sí, pero tienen el inconveniente que al agarrarlos con la mano aportamos calor. El recipiente ideal es la copa de balón porque tiene boca ancha y dispone de tallo largo para poderla coger por él sin aportar calor a la bebida que contiene.




Ginebra:

La proporción ideal es una de ginebra por cuatro de tónica. Es decir, si ponemos un botellín de tónica de 20 centilitros, pondremos 5 centilitros de nuestra ginebra preferida. No es necesario tenerla fría, aunque ello ayudará a que el hielo aguante más.


Tónica:

La burbuja de la tónica tiene que estar en el gin tonic el mayor tiempo posible, a ser posible durante todo el tiempo que dura el gin tonic. La burbuja para mantenerse estable necesita una temperatura de entre 2 y 8º C, por tanto es muy importante mantener el conjunto frío. La tónica tiene que estar fría en el momento de añadirla a la copa. Mantenerla en frío hasta el momento de servirla.


Hielo:

La única misión del hielo es la de aportar frío. Para ello debe ser lo más grueso posible y de agua pura, para que tarde el mayor tiempo posible en deshelarse y no aporte ni agua al conjunto ni sabor. El mejor es el hielo industrial que venden en los supermercados y gasolineras. Cuando lo guardemos en el congelador siempre tenemos que cerrar bien la bolsa para que no absorba sabores de otros alimentos.


Limón:

El pH ácido hace que el gas se evapore, por tanto nunca pondremos zumo de cítrico y mucho menos de limón al gin tonic, ya que se perdería rápidamente la burbuja. Para aportar el aroma a limón o cualquier otro cítrico solo pondremos su piel. Si queremos aromatizar mucho, podemos reventar la piel con los dedos dentro de la copa para que los aceites esenciales del limón la impregnen.



Botánicos:

No hay que abusar de ellos ni ponerlos al azar. Habrá que poner aquellos que lleve la ginebra y queramos potenciar o sus compatibles (que huelan similar). No pondremos  más de tres, uno puede ser fresco y otro deshidratado. Cuando se ponga uno deshidratado, aplastar con los dedos para que suelte mejor su aroma y se hidrate en el líquido. También podemos infusionarlos unos minutos en la ginebra antes de añadirla al gin tonic e incluso en algunos casos majarlos. Todas las ginebras llevan enebro, por tanto, éste siempre lo podemos añadir sin miedo a equivocarnos.





Pasos a seguir para preparar el gin tonic perfecto:




Primeramente pondremos la mayor cantidad de hielo posible en la copa. Daremos vuelta con una cucharilla hasta que veamos que la copa está empañada. Eso nos indica que ya está a una temperatura de 2-4º. Si el hielo se ha acomodado y cabe más, pondremos más.

Después de enfriar la copa y antes de echar la ginebra, tiramos el agua que se ha producido durante el enfriamiento.

En este momento podemos poner la cáscara de cítrico y los botánicos y proceder a echar la ginebra.

Sobre la parte convexa de una cucharilla o sobre el hielo superior echaremos la tónica con mucho cuidado para que se pierda el menor número posible de burbujas. Es mejor no echarla sobre el trenzado de la cucharilla.

Mover despacio y con cuidado con la cucharilla para mezclar bien todos los ingredientes sin que se pierda gas.

Y ahora a disfrutar del gin tonic.




Nota muy importante: si después de seguir estos consejos, te gusta más el gin tonic como tu lo preparas, no lo cambies. Tu gin tonic perfecto será aquel que más te guste.

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