Si os hablo de Paternina, la mayoría pensamos en Rioja y en los conocidos bandas, sobre todo en el Banda Azul, porque es uno de esos vinos de toda la vida.
Federico Paternina, una de las bodegas con mayor tradición y peso dentro de la DO La Rioja, con más de 100 años de historia, con este "Federico Paternina Selección Especial 2008" inicia una nueva línea, con la que pretende renovar sus vinos. Esta nueva gama de vinos está destinada a la hostelería.
Raquel Ruíz, nos hizo un repaso a los más de 100 años de historia de esta bodega y nos desgranó los nuevos proyectos y sus nuevos vinos.
La nueva creación, “Federico Paternina Crianza Especial 08” es un tinto de uva tempranillo 100%, que destaca por su color rojo picota con irisaciones rubíes, la sedosidad en boca y su final largo y persistente.
La nueva creación, “Federico Paternina Crianza Especial 08” es un tinto de uva tempranillo 100%, que destaca por su color rojo picota con irisaciones rubíes, la sedosidad en boca y su final largo y persistente.
“Federico Paternina Crianza Especial 08” está elaborado con el fruto de una selección de las viñas más viejas y sabias, criado en barricas de roble americano de tostado medio durante 12 meses y acunado en la placidez de los calados subterráneos de su bodega de Ollauri. Además, para mantener toda su expresión aromática y color se ha sometido a un tratamiento especial de microoxigenación previa a su fermentación maloláctica. De atractivo color rojo picota con ligeras irisaciones rubíes, “Federico Paternina Crianza Especial 08” exhibe en nariz recuerdos de frutos rojos, chocolate y especias, que en boca destaca por la sedosidad y el perfecto equilibrio grado-acidez, con final largo y persistente. Un vino muy especial que se viste con una botella sofisticada y vanguardista creada por Salvatore Adduci, uno de los más prestigiosos e imaginativos diseñadores del país.
El lugar para la presentación no pudo ser mejor, Bla, Bla, Bla: bistró madrileño en pleno centro de Madrid, un local que nos traslada al meatpacking district de Nueva York, pero con el punto canalla que caracterizaba a los bistrós de la bohemia parisina del siglo XIX. Nace con el objetivo de "dar bien de comer a precios populares", como asegura Nacho Charrade, el artífice visible del local. Alta gastronomía a precios que apenas superan los 20 euros.
Abierto desde la una de la tarde, la cocina de este auténtico bistró se caracteriza por su sencillez: “Con nuestras recetas no se adulteran ni las texturas, ni los colores, ni los sabores de los alimentos” explica su chef Michel Reynaud, y ofrecen una carta que: “se alimenta de recetas en base a las tradicionales de París pero más ligeras, platos influenciados de Nueva York y un toque mexicano”.
Para la elaboración de sus platos sólo utilizan materias primas biológicas. Los huevos son 100% orgánicos, cultivan ingredientes como el comino y la rúcula en un pequeño huerto ubicado en el restaurante, el atún se pesca en almadraba en temporada. En Bla, Bla, Bla no se utilizan manteles ni servilletas de tela, evitando el uso de detergentes para su lavado y casi todos sus proveedores son Km. 0, desde el panadero hasta el frutero.
La estética de este local no deja indiferente a nadie. Aquí, cada elemento decorativo tiene su propia historia: mesas y sillas de madera que el propio Nacho ha construido con materiales reciclados como palets y sillas traídas de un antiguo bistró parisino, que se mezclan con las de aluminio de cafetería de principios de los 90. Una turbina del Titanic sirve como pie a la gran mesa redonda del privado, los tubos de las calderas recorren el techo a la vista de sus comensales y los quesos se sirven en auténticos platos de los años 40 adquiridos en un mercadillo de París. De sus antiguas paredes sin encalar cuelgan espejos rotulados con los platos de la carta, fotografías de John Manson que muestran a algunas de sus musas como Carla Bruni o Kate Moss y un mural aún sin acabar del artista hispano-holandés Miguel Ybáñez, que en una noche de canalleo en Bla, Bla, Bla, empezó a pintar y que promete ir terminando cada vez que pise el local. Si las paredes hablaran…
Algunos de los platos que pudimos degustar en los aperitivos: patitas de calamar, ensalada "Carlota" (tomate, cebolla morada y salchichón francés) y quesadillas francesas. El plato principal, hamburguesa Bla, Bla, Bla y bacalao con espinacas. La hamburguesa muy recomendable por su calidad y punto de la carne.
Para los postres, tarta tatín con helado y tarta de chocolate.
Aquí os dejo algunas fotos más del evento.
El lugar para la presentación no pudo ser mejor, Bla, Bla, Bla: bistró madrileño en pleno centro de Madrid, un local que nos traslada al meatpacking district de Nueva York, pero con el punto canalla que caracterizaba a los bistrós de la bohemia parisina del siglo XIX. Nace con el objetivo de "dar bien de comer a precios populares", como asegura Nacho Charrade, el artífice visible del local. Alta gastronomía a precios que apenas superan los 20 euros.
Abierto desde la una de la tarde, la cocina de este auténtico bistró se caracteriza por su sencillez: “Con nuestras recetas no se adulteran ni las texturas, ni los colores, ni los sabores de los alimentos” explica su chef Michel Reynaud, y ofrecen una carta que: “se alimenta de recetas en base a las tradicionales de París pero más ligeras, platos influenciados de Nueva York y un toque mexicano”.
El chef Michel Reynaud con Cristina de Acción y Comunicación
Para la elaboración de sus platos sólo utilizan materias primas biológicas. Los huevos son 100% orgánicos, cultivan ingredientes como el comino y la rúcula en un pequeño huerto ubicado en el restaurante, el atún se pesca en almadraba en temporada. En Bla, Bla, Bla no se utilizan manteles ni servilletas de tela, evitando el uso de detergentes para su lavado y casi todos sus proveedores son Km. 0, desde el panadero hasta el frutero.
La estética de este local no deja indiferente a nadie. Aquí, cada elemento decorativo tiene su propia historia: mesas y sillas de madera que el propio Nacho ha construido con materiales reciclados como palets y sillas traídas de un antiguo bistró parisino, que se mezclan con las de aluminio de cafetería de principios de los 90. Una turbina del Titanic sirve como pie a la gran mesa redonda del privado, los tubos de las calderas recorren el techo a la vista de sus comensales y los quesos se sirven en auténticos platos de los años 40 adquiridos en un mercadillo de París. De sus antiguas paredes sin encalar cuelgan espejos rotulados con los platos de la carta, fotografías de John Manson que muestran a algunas de sus musas como Carla Bruni o Kate Moss y un mural aún sin acabar del artista hispano-holandés Miguel Ybáñez, que en una noche de canalleo en Bla, Bla, Bla, empezó a pintar y que promete ir terminando cada vez que pise el local. Si las paredes hablaran…
Javier Checa de La Granja Gourmet y Alejandra Feldman de Cocina con Encanto ante el mural de Miguel Ybáñez
Algunos de los platos que pudimos degustar en los aperitivos: patitas de calamar, ensalada "Carlota" (tomate, cebolla morada y salchichón francés) y quesadillas francesas. El plato principal, hamburguesa Bla, Bla, Bla y bacalao con espinacas. La hamburguesa muy recomendable por su calidad y punto de la carne.
Para los postres, tarta tatín con helado y tarta de chocolate.
Aquí os dejo algunas fotos más del evento.